DE PALMA A ROMA EN PIRAGUA

Una aventura para no olvidar.

Equipo piragüistas, Palma a Roma en piragua 1950

ETAPA 7.

La Magddalena - Golfo Pinarello (Córcega, Francia).

 

Han pasado nueve días desde la llegada a la Magdalena y por fin el 8 de septiembre se da la orden de proseguir la travesía. Sin embargo, no hay bromas ni grandes alegrías en el momento de zarpar. Nadie hace el menor comentario, pero todos notan que tanto Piernavieja como Araujo quedan hospitalizados en el “Ospedale de la Marina Italiana” y esto ha cubierto de tristeza el sano humor de todos los remeros.

 

El Comandante de la Base Naval, Sr. Bartelleti, monseñor Capulla y varios sacerdotes de la parroquia, así como un grupo de amigos, bajan al puerto para despedirse. Realmente, en la quietud de la Magdalena, va a echarse mucho de menos la presencia de los remeros. Para acompañarles por las aguas italianas, llega el Patrullero de la Marina de Guerra de Italia “Atlela”. Sin querer, recuerdan a los anteriores barcos, del pequeñísimo “Maryola, el remolcador “R.R.20” y del Destructor “Almirante Miranda”.

 

Durante estos días en la Magdalena se decide cambiar el recorrido. El Salto directo a Ostia puede ser muy peligroso en esta época del año y no quieren repetir el trayecto como el de Mahón a Porto Torres. Se decide subir y costear por Córcega y mas arriba saltar a la costa italiana e ir haciendo escalas para descansar todos los días.

 

Y con las primeras luces del alba, los peregrinos, están en el puerto haciendo las naturales faenas de embarque. Se empieza a remar avanzando hacia el estrecho de Bonifacio, por el canal existente entre las islas Santa María y Cornelli. En esta séptima etapa, tienen que cubrir 32 millas, sin descanso ni relevos, exceptuando los lógicos avituallamientos que realizan desde el “Atlela”. Recuerdo que mi padre me comentaba lo mal que comían en ese barco, y como echaban de menos a los cocineros del “Almirante Miranda” o la comida española.

Durante estas primeras horas de boga, se hace la navegación a un ritmo fantástico. Se cruzan con un transporte francés, que les saluda con tres bocinazos largos y uno corto, a los que contesta, en nombre de todos, el patrullero “Atlela” de la misma forma.

Después de cuatro horas de navegación, avanzan hacia el Paso de Bonifacio. Y esto sí que merece destacarse. Navegando con una mar calma y bella, aquí cambia toda la decoración. Se desatan vientos contrarios y fuertes, olas de una altura de más de diez metros que llegan a poner casi verticales a las piraguas. Desde el “Atlela”, cuya cubierta es barrida por la furia de las olas, se les aconseja desistir pero sin conseguirlo. Los tres proeles afirman fieramente con sus remos la dirección de las piraguas y marcan el ritmo de la boga, una y otra vez se lanzan las piraguas y una y otra vez, después del impulso, son arrojadas metros atrás. Así cada milla hay que recorrerlas dos veces, por lo que se empiezan a creer que la etapa Mahón - Cerdeña, fue solo un entrenamiento. El “Atlela”, para pasar, tiene que dar toda la fuerza a sus maquinas y ahora espera impaciente, nuestro paso, al otro lado. Hasta el respirar es difícil, ya que el agua golpea los rostros. Sin embargo, se corona la empresa y por fin queda atrás el paso de Bonifacio. Ni el viento, cambiando de popa a proa, de estribor a babor constantemente, ni las altas olas, ni el zigzageante balanceo de las piraguas pudieron vencerlos.

 

Ahora vuelve la tranquilidad, avanzando seguros hacia las islas del Archipiélago de las Cerbicales. Mediado el día, paran en la boca de entrada de la rada de Porto Vechio, para realizar el primer avituallamiento. La panorámica de Córcega que aparece ante ellos con toda su belleza, divisando de fondo de la isla la cortina gigantesca de sus montañas, coronadas por guirnaldas de nubes, hacen durante la boga de la tarde mas fácil, pero al avanzar, camino del Golfo Pinarello, final de esta etapa, sufren un despiste en la ruta y se ven obligados a dar una vuelta más de lo previsto.

Y ante una bellísima puesta de sol, que desgaja de las cumbres de las montañas, una maravillosa variedad de colores, se acercan al “Atlela”, anclado ya en las aguas del Golfo Pinarello, después de diez y seis horas con treinta minutos de boga.

Y sobre la cubierta del “Atlela” viven aquella noche, a la intemperie y bajo las estrellas.

Patrullero Italiano “Atlela”

Bonifacio

Recorrido 7ª Etapa: Isla de la Magddalena -  Golfo Pinarello (Córcega - Francia)

MAR MEDITERRÁNEO

MAR TIRRENO

CERDEÑA

CÓRCEGA

Magddalena

Porto Vechio

Golfo Pinarello

Estrecho

de

Bonifacio

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Recorrido 7ª Etapa: Isla de la Magddalena -  Golfo Pinarello (Córcega - Francia)

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