ETAPA 13.

Civitavecchia - Fiumicino (Italia).

Esta etapa, la decimotercera de la peregrinación, va a ser la última etapa de mar. Se emprende la marcha a las seis de la mañana, 15 de septiembre, con desbordante alegría.

En el puerto, lanzan las piraguas al agua. Luque da la orden de partida y comienza la boga en la que tienen que cubrir 40 millas que les separan de Fiumicino.

Comienzan la boga con un mar totalmente en calma. Esto y las ansias incontenibles de llegar a la cercana Roma, fue un estímulos maravilloso que les obligó a remar incansablemente. A media tarde, y realizado el avituallamiento, el “Atlela” se pierde de vista y sin él realizan el resto de la etapa, cosa que nos les hace gracia en caso de tener una emergencia.

Después de 17 horas de un gran hervor en la sangre, llegan a Fiumicino, llegando a su viejo puerto por el canal. En el puerto, sobre los baluartes que dan al mar y sobre los muretes próximos a la vieja isla sagrada de Venus, un grupo de diplomáticos, sacerdotes, periodistas, fotógrafos, operadores de cine y artistas españoles que esperan la llegada, gritan, aplauden y agitan sus pañuelos al aire en señal de bienvenida, con una alegría inaudita y un arrebato incontenible. Desembarcan en la dársena del puerto, y en rueda de prensa, Luque, como jefe de la peregrinación, cuenta la aventura y contesta a las múltiples preguntas que le hacen. Y en la mente de todos los que le escuchan fueron sus declaraciones como un repaso a la odisea.

A Luque le llega la orden de que hay que pensar en salir ya, si se quiere coincidir con en Papa Pío XII por la mañana en la Plaza del Vaticano. Solo les da tiempo para cenar y poco más.